Eres mi puto libro favorito.


Mira, quizás llamarte "el amor de mi vida" sea tan exagerado como llamar "libro favorito" a uno del que sólo te has leído el primer capítulo; pero yo te habría hojeado hasta aprenderte de memoria si te hubieses quedado. 
Podríamos haber escrito una historia de esas cuya magia reside en las letras de "basada en hecho reales" o haber inventado el final alternativo de que la historia nunca acabe.
Anda, dile a tu voz que vuelva... que voy a perder el equilibrio en tus caderas y necesito que algo me guíe hasta tus ojos. Apriétame la mano con fuerza, que se note tu presencia; y que sea indudable tu ausencia. Sonríe, como el primer día que nos vimos, como el último día cuando nos despedimos.
Supongamos que nos volvemos a juntar -no sé si por el destino o por pura causalidad, da igual-. Prepararé tanto café, que podremos permanecer mirándonos toda la vida. Pero prométeme que esta vez te quedarás a ver amanecer -a mi lado-, que un comienzo sin ti es como un final que nunca acaba. Te dejaré que me busques las cosquillas en la cama y aprenderemos a amar la vida como tú me enseñaste un día. Admiraremos el mero hecho de respirar, pero ven... que sin ti me falta el aire y creo que me sobra todo lo demás. Incluso las letras, los versos, las estrofas...
No sé, a veces merece la pena ser catastrofistas y aprender a amar como si el fin del mundo fuese a venir mañana a darnos un portazo en el pecho, de los que retumban porque suena a hueco. Y hoy es domingo, como el último día que nos vimos, así que no he encontrado mejor momento para vomitar esto. Que sí, que te echo de menos.

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