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Mostrando entradas de abril, 2015

Has abierto la herida...

Has abierto la herida y ahora no paran de entrar los recuerdos a instalarse donde un día ya dolieron. Tienen el sitio guardado, porque no he sido capaz de reemplazarlo con nada más. Por mucho que digan que un clavo saca a otro clavo, yo eso lo veo la forma más absurda de crucificarte a una sonrisa. Hace tiempo que vivo por no morir y que es justo viviendo, cuando más muero. Hace tiempo que te espero; el mismo que hace que sé que nunca vas a volver. Llegas tarde a partirme el  pecho, que es en lo único en lo que estás. En el resto de cosas, la soledad -con complejo de tormenta- cala hasta los huesos y yo no tengo paraguas. Últimamente no sé si el vaso está medio vacío o una gota lo está a punto de colmar. Sea como sea, acabaré ahogándome si alguien no me saca todas estas ganas de gritar, que están sujetas en forma de nudo a mi garganta. Sea como sea, no voy a poder parar de sangrar si no me lames las heridas. Y tú, joder, no haces más que abrirlas.

¿podemos hablar?

+Hola... ¿podemos hablar? -Sí, claro. Dime... +Es que llevo varios días sin verte los dedos manchados de tinta como ocurre normalmente y necesitaba saber si estás bien. -Sí, no te preocupes, estoy bien. Creo. Bueno, no sé... últimamente no tengo ganas de nada, no me siento motivada o ilusionada por hacer cosas nuevas. Estoy tan triste que no me sale ni escribir. Pero supongo que es normal. +Yo no creo que sea normal. De hecho, creo que algo lo habrá desencadenado. ¿Estás enamorada? -No, no, no es eso. Supongo que es todo lo contrario. Es decir, creo que me he cansado de partirme el pecho sin motivos aparentes y ya sabes eso de que yo no sé escribir si no es muriendo. +Desde que se fue él, tu vida no ha vuelto a ser la misma ¿verdad? -La verdad es que todavía me retumba en el pecho el eco de su último portazo y que me queman las mejillas al pensar que se despidió con dos besos. +Te mereces a alguien que te quiera. No sé si mucho o poco, pero bien. Todavía no me explico

Me he retirado la palabra...

Me he retirado la palabra. He dejado de hablarme, porque no sé cómo perdonarme el no evitar que te marcharas. Ojalá te hubiese cogido de la mano como si te estuviese agarrando la vida. Ojalá te hubiese gritado un "quédate" en vez de quedarme callada, observando cómo te alejabas para siempre. Ojalá no me faltara el aire, mientras te escribo, por cómo me pesa la culpa en el pecho de haber querido detenerte entonces, y no haberlo hecho. Ahora que no estás, supongo que te dará ig ual el que yo siga sobreviviendo, que viene a ser la forma más estúpida de vivir muriendo, un poquito, a cada momento -sin ti-. Hago lo que puedo, que no es nada de lo que me gustaría. Y además me está dando vértigo que a estas alturas de la vida no haya encontrado mi lugar en otro sitio que no sea a tu lado. Dicen que hay personas que te marcan, despedidas que te matan. He puesto un marcapáginas de rosa en el libro que me regalaste hace un año, justo donde habla de nuestro último beso. Quiero que se

Mucho más ruido...

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Duelen todas esas primeras veces que ya no. Es decir, me habría encantado verte volar el día que te diste cuenta que tenías alas en vez de brazos. Y quizás tu primer beso no, pero no me hubiese importado ser la primera que te hiciese el amor de otra manera diferente al resto. No sé, no tengo ni idea sobre si eras más de salvar o de dejar que te salven; pero podríamos haber saltado juntos al precipicio para ver quién caía antes para amortiguar el golpe del otro.  Donde estés t ú quizás no, pero en tu recuerdo hace mucho frío. Un invierno eterno en aquella estación de autobuses, con el corazón tiritando, recordando cómo la distancia contigo a veces era números negativos cuando me rozabas la mano.  Hoy ha sido un día de preparar maletas, de viajes y despedidas. También de echarte de menos. Supongo que desde que no nos vemos, ningún sitio es del todo casa. Y lo malo de estar tan vacíos es que, el portazo de la tristeza cada vez que llega, hace mucho más eco. Mucho más ruido.