Abandono.
Me pregunto a diario quién cuida a los que cuidan. Fingir se me da bien, pero no la gana. Soy transparente, como el cristal. También frágil. Podrías romperme incluso sin ser tu intención. Estoy medio vacía. Soy el vaso que utilizas para saciar tu sed, pero jamás me elegirías. Lo sé. Quiero decirte que quiero dejar de intentarlo. Mi corazón es un animal viejo, sin fuerzas para seguir trabajando. Su último aliento en un último esfuerzo. Ni puede, ni puedo. Puedo perdonarte, pero no podré olvidarlo. Se acumulan los golpes. Si algo he aprendido es que echamos la culpa a la última gota por desbordarlo, cuando fueron todas las demás las que lo llenaron. Y yo siempre he sido capaz de ahogarme en un charco. Se me clava el deseo en cada célula del cuerpo, pero ni rastro del amor que prometieron. No entiendo por qué mi dolor importa menos, por qué mi dolor tiene que doler menos que el del resto. No entiendo (por qué) mi dolor. Por qué nunca amor. Te apuñalan y les molesta que sangres. Se ponen