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Abandono.

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 Me pregunto a diario quién cuida a los que cuidan. Fingir se me da bien, pero no la gana. Soy transparente, como el cristal. También frágil. Podrías romperme incluso sin ser tu intención. Estoy medio vacía. Soy el vaso que utilizas para saciar tu sed, pero jamás me elegirías. Lo sé. Quiero decirte que quiero dejar de intentarlo. Mi corazón es un animal viejo, sin fuerzas para seguir trabajando. Su último aliento en un último esfuerzo. Ni puede, ni puedo. Puedo perdonarte, pero no podré olvidarlo. Se acumulan los golpes. Si algo he aprendido es que echamos la culpa a la última gota por desbordarlo, cuando fueron todas las demás las que lo llenaron. Y yo siempre he sido capaz de ahogarme en un charco. Se me clava el deseo en cada célula del cuerpo, pero ni rastro del amor que prometieron. No entiendo por qué mi dolor importa menos, por qué mi dolor tiene que doler menos que el del resto. No entiendo (por qué) mi dolor. Por qué nunca amor. Te apuñalan y les molesta que sangres. Se ponen

Armadura.

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 Arrancarme los dos metros cuadrados de piel que me envuelven y dejar de tener armadura bajo la que esconderme. Estar en carne viva y no en alma muerta. Abrir de par en par todas las ventanas y puertas. Dejar que entren, que salgan, que se queden, que no vuelvan. Quemarme las terminaciones nerviosas para poder asumir los comienzos con calma. Frenar la ansiedad, acelerarnos el ritmo. Viajar sin salir de la cama. Pedir deseos a las pestañas que se desprenden. Recoger los pedazos de inocencia mutilada con la lengua. Quedarme a vivir en tu respiración mientras duermes. Instalarme en una espiral de por qués sin respuesta. Que todos los días sean viernes. Dejarme llevar, hacerme la muerta. Permitirme fallar, follar, faltar, saltar, caerme. Dibujar una herida para poder tener un lugar al que señalar cuando diga que duele. Golpearme el pecho para asegurarme del latido. Dejar de señalarme, juzgarme, condenarme, castigarme sin motivo. Planear el ahora, ignorar el mañana. Respirar el presente y a

Jaula.

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Soy mi propia jaula. Coarto mi libertad en una obsesión extraña por forzarme a ser racional, por no dejarme llevar. Corto mis alas, probablemente porque sé lo que duelen las caídas y no me puedo permitir ninguna más. Dinamito mi cielo cuando veo que mis pies se alejan del suelo y me recuerdo que no sé volar. Yo no elegí esto. Los grilletes, las cadenas. Alguien puso las piedras sobre mis huecos huesos de pájaro. Condenada a que el roce de una piel que no sea mía me queme al tacto. Quiéreme. No, no me toques, pero, por favor, hazlo. Necesito sentirme viva. Quiero explicártelo. No te pido que lo entiendas, pero necesito que lo entiendas. Esa es mi condena. Alguien me hirió ahí y no ha dejado de dolerme. Entra en mi vida. Hazlo despacio. Cuidado, podrías romperme. Crees que exagero. Para, lo estás haciendo muy fuerte. No fue mi culpa. Yo no esperaba a nadie, tenía la puerta cerrada; pero su objetivo era firme y entró por la ventana. Mejor calla, no digas nada. Si eliges no quedarte, enten

Ahogo.

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Sólo te pedí una cosa: "No me dejes sola, no conmigo misma". Ahora el mundo se reduce a cuatro paredes y un techo que amenaza con caérseme encima. Si no fuese porque el pellizco duele, juraría que es mentira. Como si alguien hubiese empezado una proyección distópica con el único fin de acabar volviéndome loca. Fuera todo es silencio y dentro es todo ruido. Si esto es el fin del mundo, estoy enjaulada con mi peor enemigo: yo. Mientras todo se detiene, todo sigue como si no pasara nada. Y yo me ahogo. Parar la vida justo cuando empezaba a aprender a vivir, justo cuando empezaba a olvidarme de ti. Mamá ha hecho croquetas porque me ve triste y de bajón. Dice A que tengo que esforzarme por encontrar algo que me haga feliz, volver a recuperar la ilusión. Y yo me ahogo. A riesgo de que me llamen oportunista, pongo la poca energía que me queda en algo que no destruya lo poco que queda con vida y busco la fe que nunca he tenido. Quiero llorar, pero escribo. Quiero desconectar, pero

Equilibrio.

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«El mecanismo de acción más común es esencialmente la inhibición de la recaptación de la serotonina». Trágatela, sonreirás más. «Es ansiolítico, amnésico, sedante e hipnótico». Ésta también, dormirás mejor. Y aún así habrá días en los que no puedas más. Como hoy, como ayer, como últimamente. Busco el equilibrio en una cuerda rota. Camino sin rumbo, sin pausa. Cargo una mochila con el peso de toda mi vida a la espalda. Parece que conozco la dirección en la que me muevo, pero que no tengo a dónde ir es lo único cierto. Ni sé a dónde quiero llegar. Ni si quiero llegar o parar justo ahora de andar. Quiero llorar es mi única verdad. Cuando creo que encuentro la estabilidad, viene un suspiro de aire capaz de apagar la llama de una vela, capaz de derribarme entera. Eres una mancha amarilla en la bandera blanca de mi paz. El ruido en mi silencio más absoluto. La roca que rompe la ola del mar. La flor roja sobre mi vestido de luto. El nombre que me repite la conciencia cuando l

Anhedonia.

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Me pregunto si el llanto es otra fase del ciclo del agua. Esa misma que da tanta vida como la arrebata, que hace naufragar y que ahoga como hoy mi ansiedad. Mi respiración entonces se convierte en un acto voluntario y completamente consciente, en el que reduzco mi vida a una bolsa de plástico. Inspira. Espira. Lejos de dejar el pasado atrás, me atosigo con debí, debo y debería. Repaso cada uno de mis pasos y encuentro que nunca he seguido el camino que me gustaría. Me enfrento a una realidad sólo porque no puedo cambiarla, y la miro a la cara puesta hasta el culo de drogas adulteradas que me hacen sonreír más. Y qué más da si hace tiempo que no me miras. Inspira. Espira. Necesito saber si sabes todo el daño que me haces. Digo que te he superado, pero si volvieras, aún no sería tarde. Quiero escribirte, escucharte, abrazarte. Olvidarte. Borrarte. Que tu nombre no me duela como la herida que dejan los puñales. Creo que te odio, cobarde. Inspira. Espira. En otro orden de cos

Espiral.

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Escribo este poema sabiendo que jamás lo escucharás de mi boca. He entrado en una espiral de preguntas sin respuestas y creo que me estoy volviendo loca. Escribo como salida de emergencia, como impulso que esta pena me provoca. Hay ausencia en mis manos y tristeza en mis palabras. Hay un montón de recuerdos que gritan y ensordecen el silencio de esta casa. Miro el móvil cada diez minutos y sigues sin aparecer. Recorren mis manos el folio en blanco. Rozo el papel y espero tu tacto. Tengo la piel cubierta de todas las caricias que no me has dado, lo labios enfermos de aquel beso que aquel día te negué. Mi futuro está compuesto de planes que nunca vamos a hacer, mis mapas llenos de lugares que ya no vamos a ver. El estómago lleno de promesas que acabas de romper. Me enfado por ser vulnerable, por sentirlo todo tanto, porque he vuelto a llorarte. Puse mi mundo en tus manos y tú lo tiraste. Por qué. Me da la sensación de que el día que alguien repartió el valor, yo llegué tard