#Borrador

¡Camarero, una de gilipollas por aquí! Vente y nos hacemos un peta con todas mis inseguridades. Si quieres te doy caladas y tú mientras me das aire (para poder seguir viviendo, digo). Pero no te olvides de echar el humo, no vaya a ser que una parte de mí se te quede dentro y mueras. Y ¡espera, quédate! que el café siempre sabe a mierda si lo mezclas con la soledad. Ponme un cuenco con mis miedos mezclados con tus valentías, para acompañar. Mira, hace tiempo de rabia y el viento levanta las dudas que yacían en el suelo. La cristalera de gotas que se escurren como las promesas en la ventana se está desvaneciendo. Por la calle, más que coches, se escucha el ruido de corazones muertos... o no, ¡para! es el mío que se está retorciendo en mi caja torácica tras despertarse del sueño. Creo que sufre una arritmia que late su nombre en código morse... y lo peor de todo es que no me extraña. Hace frío fuera y no tengo bufanda. Tengo su mirada clavada en la nuca y su sonrisa impidiéndome el paso del aire por la garganta. Pero ya da igual, ya no está... y a lo mejor mi corazón en vez de retorcerse para estirarse tras dormir, lo hace de dolor por el querer pero no poder apostar y vivir. En fin, olvídalo... que yo sólo quería un café y algo de compañía hasta que pare de humear y me lo pueda beber para saciar la sed del cambio -de marchas- que mi vida se ha saltado más de dos semáforos en rojo yendo despacio. Y yo iba de copiloto.