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Mostrando entradas de septiembre, 2015

Como llega el otoño...

Entras en mi vida como llega el otoño. Haces que todas las hojas que nunca llené de versos se caigan de mi árbol, para pisarlas a besos cuando decidamos crear el amor en el suelo. Tienes la lluvia debajo de los párpados y te muerdo los labios para desatar tormentas. El frío de tus manos acaricia mucho mejor que cualquier brisa pasajera y quema como el hielo que se forma en los tejados al amanecer. Me entran ganas de saltar juntos de la mano, como si después de cada precipicio, nos esperara un charco. Tienes el alma del color del cielo en mis días tristes y a mí me sobra melancolía para alimentarnos los dos. Si me abrazas, me sobra el abrigo y hasta la piel. Si te marchas, se adelanta el invierno otra vez. Prometo hacerte reír hasta que olvides lo que es el dolor. Pero, por favor, quédate.

Crónica de la niña que no sabía quererse bien

Siendo sinceros, soy todos los complejos que me estallan en los lagrimales cuando me miro a un espejo. Las ruinas que nadie podrá reconstruir jamás. Que no se verme sin odiarme, ni vestirme sin llorar. Sálvame, necesito que me agarres. Vienen curvas y yo sólo llevo puesto en el pantalón el cinturón de inseguridad, que siempre consigue herirme un poquito más. Quiero decir que algo que está completamente roto, puede llegar a convertirse en polvo; y lo mismo pasa con las personas. Sopla, me estoy a punto de evaporar.  Soy 99% defectos y el porcentaje restante se resume en miedo. Si te atreves a mirar y a juzgar, no hace falta que dispares... seré yo misma quien apriete el gatillo, no me hace daño una bala más.  90 caídas, 60 espinas, 90 heridas.  Quiero que esta pesadilla acabe ya. Yo sólo necesito ser normal, una niña bonita. No tener que avergonzarme al salir a la calle o no tener que acostumbrarme a que alguien me rechace. Quiero que las heridas cicatricen, en vez de sangrar.  Ser