Triste...
La última vez que me llamaron "triste", fue mientras sonreía. Lo cierto es que yo, al principio, creía que me ponía la música muy alta con los cascos para no escuchar al resto del mundo; hasta que descubrí que también lo hacía para callar todo lo que llevaba por dentro. Entonces supe que era un problema que te gustara más lo que veías a l cerrar los ojos, que cuando los tenías abiertos. Te diré una cosa: la sonrisa de todos, alguna vez, ha sido como la caja de Pandora. No te avergüences por ello. Si tengo miedo al amor, no es por el daño que puedan causarme; sino por las razones que les lleven a hacerlo. Quizás cuando me vean por dentro y sepan que todo es blanco y negro, salgan corriendo. Y no culparía a esa persona, porque yo también lo haría si pudiera. Huir de uno mismo debe ser parecido a intentar salir por una puerta de emergencia que está sellada. Así que a veces merece la pena sentarse, quitarse los cascos, ponerse la mano en el pecho y susurrar: "Cuéntame qué te