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Mostrando entradas de agosto, 2014

Triste...

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La última vez que me llamaron "triste", fue mientras sonreía. Lo cierto es que yo, al principio, creía que me ponía la música muy alta con los cascos para no escuchar al resto del mundo; hasta que descubrí que también lo hacía para callar todo lo que llevaba por dentro. Entonces supe que era un problema que te gustara más lo que veías a l cerrar los ojos, que cuando los tenías abiertos. Te diré una cosa: la sonrisa de todos, alguna vez, ha sido como la caja de Pandora. No te avergüences por ello. Si tengo miedo al amor, no es por el daño que puedan causarme; sino por las razones que les lleven a hacerlo. Quizás cuando me vean por dentro y sepan que todo es blanco y negro, salgan corriendo. Y no culparía a esa persona, porque yo también lo haría si pudiera. Huir de uno mismo debe ser parecido a intentar salir por una puerta de emergencia que está sellada. Así que a veces merece la pena sentarse, quitarse los cascos, ponerse la mano en el pecho y susurrar: "Cuéntame qué te

Vuelve...

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"A tu sonrisa se le acaba de escapar una lágrima" fue lo que me dijiste cuando nos despedimos con un "hasta luego" sabiendo que no volveríamos a vernos. Y ya no hubo más palabras. Recuerdo que tenía en la garganta un "no te vayas" que no me  dejaba respirar y las piernas me temblaban como si fuese de nuevo una niña aprendiendo a andar. Avanzar en la vida sin tenerte de apoyo me daba más miedo que cualquier punto y final. Pero el equilibrio se alejó posado en tu labio inferior a medida que caminabas en dirección contraria de donde estaba yo. Así que me dejé caer al suelo para poder romperme en él. Lo más doloroso de las historias de amor no es que acaben cuando los protagonistas se separan, sino que cada uno tenga que seguir y afrontar la vida por caminos diferentes, cuando ambos saben que cada paso les aleja un poco más. Las cicatrices de tus dientes en mi clavícula siguen jugando a gritar "Vuelve...", parece que han sido las primeras en acept

Verla llorar.

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Verla llorar debe ser comparable a contemplar una estrella fugaz y pedir siempre el mismo deseo: que deje de hacerlo. Se le nota en la mirada que sus párpados tienen mucho más peso que soportar aparte del de sus pestañas. Pero está preciosa  incluso estando triste. Al igual que un juguete roto no se arregla por mucho que dejes de jugar con él, lo mismo pasa con su corazón. Está tan hecho ruinas que hasta convertido en polvo se lo lleva el viento. Lo que no sabe es que, incluso estando en el aire, deja sin respiración. Tiene esa manera especial de colarse en los pulmones de cualquiera y hacerlo perder el equilibrio por cambiarse de acera y cruzarse con ella intentando forzar un mínimo roce de piel. Eso por no hablar de las lágrimas secas que todo el mundo sabe que tiene tatuadas en las mejillas y que intenta camuflar con una sonrisa. Joder, mírala... parece hasta fuerte. Parece hasta nueva. Le queda bien cualquier cosa, hasta esas orejas color púrpura. Le queda bien hasta la tristeza;

Vacíos protagonizando historias...

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Hoy, cuando abras el buzón, te encontrarás dentro de él un corazón encharcado, cubierto de arena del último revolcón que nos pegamos. Es para ti. De hecho, creo que siempre fue tuyo aunque me dejases gozarlo a mí. Ya no lo necesito. Mi cuerpo se siente incapaz de soportar un golpe más antes de romperse. Ha dicho que está demasiado desgastado como para querer volver a intentarlo. Así que puedes quedártelo. Límpialo por si se lo tienes que poner a alguno de esos pares de piernas que se abren con facilidad, no vaya a ser que un día necesites que te vuelvan a amar. Ojalá nunca te falte nadie en la cama para que te proteja de las pesadillas. ¿Les has contado ya que tienes miedo a la oscuridad? Creo que deberías hacerlo, para que sepan que temes exactamente lo que ellas llevan dentro. Cuéntales también que te gusta que te reciten a Neruda en el oído después de follar. Seguro que nadie averigua cuál es tu poesía favorita por cómo se te eriza la piel, que es lo que descubrí yo en nuestra noch