Vacíos protagonizando historias...

Hoy, cuando abras el buzón, te encontrarás dentro de él un corazón encharcado, cubierto de arena del último revolcón que nos pegamos. Es para ti. De hecho, creo que siempre fue tuyo aunque me dejases gozarlo a mí. Ya no lo necesito. Mi cuerpo se siente incapaz de soportar un golpe más antes de romperse. Ha dicho que está demasiado desgastado como para querer volver a intentarlo. Así que puedes quedártelo. Límpialo por si se lo tienes que poner a alguno de esos pares de piernas que se abren con facilidad, no vaya a ser que un día necesites que te vuelvan a amar. Ojalá nunca te falte nadie en la cama para que te proteja de las pesadillas. ¿Les has contado ya que tienes miedo a la oscuridad? Creo que deberías hacerlo, para que sepan que temes exactamente lo que ellas llevan dentro. Cuéntales también que te gusta que te reciten a Neruda en el oído después de follar. Seguro que nadie averigua cuál es tu poesía favorita por cómo se te eriza la piel, que es lo que descubrí yo en nuestra noche número veintitrés. Ojalá les guste el café y averigüen que te encanta que apoyen la cara sobre tu pecho mientras te fumas el cigarro de después o que adoras mezclar tinta entre cada beso para que la poesía se haga testigo de lo que nos mantuvo presos durante tanto tiempo. Eso sí, no hagas que la poesía sea cómplice de un polvo de una sola noche, que ella entiende más de verdades que de necesidades vitales. También espero que sepan curar heridas mucho mejor de lo que saben acerca de cómo cicatrizan. No es que te desee el mal, pero todos alguna vez en la vida necesitamos un botiquín y alguien que sepa usar todo lo que hay en él. Por eso te devuelvo el corazón, para que veas que fuiste capaz de hacer sentir de verdad, cuando sientas que tu vida está tan vacía como lo seguirá estando mi cama...

Comentarios

Publicar un comentario

¿Hacemos poesía?