Vuelve...


"A tu sonrisa se le acaba de escapar una lágrima" fue lo que me dijiste cuando nos despedimos con un "hasta luego" sabiendo que no volveríamos a vernos. Y ya no hubo más palabras.

Recuerdo que tenía en la garganta un "no te vayas" que no me dejaba respirar y las piernas me temblaban como si fuese de nuevo una niña aprendiendo a andar. Avanzar en la vida sin tenerte de apoyo me daba más miedo que cualquier punto y final. Pero el equilibrio se alejó posado en tu labio inferior a medida que caminabas en dirección contraria de donde estaba yo. Así que me dejé caer al suelo para poder romperme en él. Lo más doloroso de las historias de amor no es que acaben cuando los protagonistas se separan, sino que cada uno tenga que seguir y afrontar la vida por caminos diferentes, cuando ambos saben que cada paso les aleja un poco más.
Las cicatrices de tus dientes en mi clavícula siguen jugando a gritar "Vuelve...", parece que han sido las primeras en aceptar que te has ido, que ya no estás. En cambio mis dedos sólo susurran "Quédate..." como si todavía estuviesen a tiempo de evitar la despedida. Como si el frío no hubiese ocupado ya tu lado de la cama. Como si el verano pareciera querer jugar a echarle sal a las heridas para que no consigan cicatrizar.

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