Háblame del frío, amor.

(Me voy a dar un tiempo desapareciendo de todo lo que tenga que ver con vivir conectada a mucha gente. Volveré pronto, supongo. Hasta entonces, cuidaos mucho. Que os sea leve o grave, según qué cosa. Un abrazo muy grande).

Háblame del frío, amor, que fuera de aquí se rozan los 40 grados, pero yo he vuelto a temblar cuando en el modo aleatorio ha vuelto a sonar tu canción favorita. Háblame del invierno y de la nieve que se acumula en los párpados cuando paseo por los rincones llenos de recuerdos, que me cuentan que tú y yo ya no nos besamos. Háblame del viento y de cómo despeina de madrugada, ahora que no eres tú quien me levanta la falda. Háblame de la lluvia y de cómo cala, dime que es la mejor forma de esconder las lágrimas si no llevas paraguas. Háblame de otra estación que no sea la de autobuses, a ver si consigo decir "adiós" a esta angustia existencial que siento, al asomarme al vacío que me has dejado en el pecho.
Es cierto que fuimos cenizas, sin haber sido nunca fuego. Nos aterraba la idea de quemarnos por jugar y ha dado igual. Míranos: al final ninguno de los dos ha salido ileso. Yo con un corazón de menos y tú... tú, bueno, aún no sé si perdiste algo, aparte del tiempo conmigo, digo. No supimos ni salvarnos, ni matarnos. Era una constante agonía en los brazos del otro, que nadie sabía cómo iba a acabar. Sólo que acabaría, eso seguro, claro. Todo en esta vida tiene final y yo habría dado todo lo que tengo y lo que no, porque la historia durara algunos capítulos más.

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