Magnitudes.

Hace tiempo que perdí la capacidad de medir la magnitud de las cosas. Abro los pulmones desesperadamente en busca de una bocanada de aire y encuentro un huracán. Salto en un charco que refleja el cielo y aparezco ahogándome entre las corrientes de la parte más profunda de un océano que me quiere tragar.

No creo en los milagros, sin embargo, si me das un grano de arena, la ansiedad lo convertirá en un desierto donde no habrá vaso ni medio vacío ni medio lleno. No creo en los milagros, sin embargo, si consigues arrancarme un grito, la depresión lo convertirá en electricidad y truenos. Y una lágrima bastará para desencadenar la lluvia. Creerán que es una simple tormenta, pero en realidad diluvia.

Creo en el amor por encima de todas las cosas, por eso sé que mi risa puede ser terremoto que en vez de destruir, lo coloque todo. Creo en el amor por encima de todas las cosas, por eso sé que un orgasmo definiría el final de este mundo y el comienzo de otro. Creo en el amor como creo en un "nosotros". Quiero creer que hay suspiros de enamorados que son más caricias que tornados que te arrasan por dentro. Quiero creer que algún día dejaré de tener miedo. Creo que quiero un silencio que se convierta en paz mundial, pero en paz interior primero. Quiero quererme porque creo que no me quiero.

Y es que hace tiempo que perdí la capacidad de medir la magnitud de las cosas en las que pienso cuando sonrío o cuando me hundo. Yo, que llegué a convertir la nada en todo mi mundo.