Ahogo.



Sólo te pedí una cosa: "No me dejes sola, no conmigo misma". Ahora el mundo se reduce a cuatro paredes y un techo que amenaza con caérseme encima. Si no fuese porque el pellizco duele, juraría que es mentira. Como si alguien hubiese empezado una proyección distópica con el único fin de acabar volviéndome loca. Fuera todo es silencio y dentro es todo ruido. Si esto es el fin del mundo, estoy enjaulada con mi peor enemigo: yo. Mientras todo se detiene, todo sigue como si no pasara nada. Y yo me ahogo. Parar la vida justo cuando empezaba a aprender a vivir, justo cuando empezaba a olvidarme de ti. Mamá ha hecho croquetas porque me ve triste y de bajón. Dice A que tengo que esforzarme por encontrar algo que me haga feliz, volver a recuperar la ilusión. Y yo me ahogo. A riesgo de que me llamen oportunista, pongo la poca energía que me queda en algo que no destruya lo poco que queda con vida y busco la fe que nunca he tenido. Quiero llorar, pero escribo. Quiero desconectar, pero está muriendo gente. Trato de no pensar, pero está muriendo gente. Intento asumir que es el destino, que la gente ha muerto siempre. Y me siento culpable en cada intento de sonrisa que esbozo. Me repugna ser feliz en estos tiempos. Y yo me ahogo. La ansiedad me está consumiendo por dentro. Necesito un botón para apagar mi cabeza, un descanso de tantos pensamientos intrusivos que no cesan. La ansiedad también me consume por fuera. Necesito una pastilla para dormir hasta el fin de esta cuarentena. Volver a aquellas fotos donde todo iba bien y era feliz. Porque está muriendo gente y yo me ahogo. Que sí, que mueren siempre, pero es que yo nunca pude respirar bien del todo.

Comentarios